miércoles, 23 de junio de 2010

Intravenosa

Todo sucedió, algún tiempo atrás en la isla de John, lo enganche con un cachetazo y no reacciono.

Lo empuje con brutalidad contra la cortina del local, ahí recién se avivo.

Gancho, recto,

gancho, recto, gancho

gancho, recto, recto

patada al tobillo

y cayó.

Brotaba sangre de su inmensa nariz.

Lo tome de la cabeza, lo obligue a mirarme y cuando vi que intentaba hablar, la hundí en el macizo asfalto.

Patada, patada, patada,

insulto, insulto,

garzo,

patada, insulto,

patada, patada,

corrí.

Quizás este breve relato te causó gracia pero quiero que sepas que esta, es la historia de mí vida, todos los días termino corriendo por que incomprensiblemente necesito ver brotar la sangre del cuerpo de otra persona.

Personas ajenas a mí, que ni siquiera conozco, son victimas de mi locura, de mí sed, de una necesidad que no comprendo pero que necesito saciar.

Probé de todo, pastillas, aceites, terapias pero recién cuando veo la sangre, recién ahí puedo dormir.

No quiero que sientas pena por mí, solo que si algún día te encuentro por la calle y comienzo a golpearte sin razón, entiendas que no tengo nada personal contra vos, es solo una cuestión de sangre.

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